
Pero el fanatismo religioso no es religión, sino su caricatura cruel. No es servir a Dios, sino intentar servirse de Dios. No es cumplir la voluntad de Dios, amándole a Él y a sus hijos, que somos todos; sino intentar que Dios cumpla nuestra voluntad, respaldando nuestras acciones de odio, de venganza o de poder.
El fanatismo religioso no es religión ni es humanidad. Pero tampoco es religiosa ni humana la indiferencia con que los ricos vemos a los pobres morirse de hambre cada día.
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